Los fines de semana, por la tarde, y especialmente en las noches, la avenida Argentina, en Nuevo Chimbote, es difícil de transitar. Ya sea a pie, en auto o de cualquier otra manera. La gente se atropella en las veredas, los scooters y bicicletas tienen que zigzaguear vehículos mayores, los locales ocupan la vía pública, los carros no tienen donde estacionarse y la gente sube y baja de los taxis donde sea y como sea.
Ese espacio, al menos por ahora, en su parte próxima a la Plaza Mayor, ha dejado atrás el tono residencial originario de las urbanizaciones colindantes para convertirse, con total naturalidad, en un espacio de comercio intenso. Su tipo de comercio se sostiene en caminar, comer, estar, comprar algo y seguir caminando, teniendo como ancla a la plaza. En resumen: vida urbana.
El problema es que el diseño actual de su sección vial es obsoleto y afuncional. Como los lotes son pequeños (7 m de frente), todos tienden a utilizar la calle, generando un conflicto con el peatón; esto porque las veredas no aguantan el flujo real. Luego, la vía vehicular carece de variedad y de una segregación eficiente. Y por último, la berma central es una abandonada tierra de nadie.
Su mejora es fundamental para el centro urbano del distrito. Sin embargo, la nueva intervención de la Municipalidad de Nuevo Chimbote poco favor le hará al potencial que la avenida Argentina tiene. La remodelación exclusiva del separador para poner una vereda y una ciclovía, que es algo copiado de cualquier avenida random y pegado en esta, solo conseguirá cubrir parcialmente una variable, la del recorrido: ir de un lugar a otro, pero olvida la de la estancia: permanecer en el lugar, que es lo que el espacio pide hace buen tiempo.
Se necesita un cambio integral en el que se piense en el uso del espacio público de los locales comerciales, los estacionamientos, el transporte vehicular y peatonal y los árboles existentes. Al parecer esto implica un replanteo total. ¿Peatonalizar parcialmente? ¿Segregar los vehículos a un lado sacrificando algunos pocos árboles y poniendo otros nuevos en un mejor lugar y según el nuevo uso? ¿Otro tipo de estacionamiento? ¿Ampliar y definir el espacio público que utilizarán los comercios? ¿Un paseo en lugar de una avenida tradicional? Habrá que ver.
Pero para eso urge tomarse un tiempo, y convocar —aun cuando parezca una tarea monumental— a profesionales con un poquito de criterio y sentido común, y ponerse a pensar. Algo, aunque sea, que sí se puede. Sobre todo si primero se desplaza el fin productivista que hoy prima sobre el beneficio real y a largo plazo para la ciudad y sus habitantes. Hay que hacer las cosas, pero con calma, que no estamos en competencia de quién hace más obras, ni la ciudad se termina en dos años.